Desde niño he oído decir que entre el blanco y el negro existen infinidades
de grises. Además del simbolismo que representa la frase, desde el punto de vista
pictórico es cierto. Las gamas de grises son infinitas y aportan sensación de
neutralidad, a veces dualidad entre la alegría y la tristeza.
El color gris es una transición entre el blanco y el negro, más neutro,
menos enérgico que los otros dos. Da la sensación de aportar equilibrio y
elegancia.
El blanco crea una idea de pureza y de luminosidad muy grande, justo todo
lo contrario que ofrece el color negro.
Con esta obra he querido armonizar, gracias a los grises, los contrastes
tan fuertes que producen el blanco y el negro. Los grises le dan una visión más
armónica y relajada que, junto con el azul, confieren al cuadro una sensación
menos agresiva. Al menos esa ha sido mi intención